Parte I

Érase una vez que se era, dos pavas que habían quedado para escribir parodias de ESDLA. Tenían el día tonto y patatas a mano, por lo que estaban muy productivas. De pronto, en medio de la habitación en la que estaban surgió un resplandor, al principìo blanco, pero luego de varios y destelleantes colores, que aquello parecía una discoteca de dudosa reputación, vamos. Las damiselas, confundidas, fueron hacia la luz, y de pronto, se encontraron cayendo sin remedio hacia lo que parecía un bosque. Parecía que se iban a dar una hostia del copón, y efectivamente, una de ella llamada Sara, cayó directamente en un espinoso espino (toma venganza!) mientras que la otra caía a su lado sobre el blando musgo.

Tras acordarse de todos los dioses habidos y por haber, y después de que Irene dejase de retorcerse cual convulsorio puercoespín (no me negarás que son chuper cute..) de las carcajadas que pegaba, las dos mozuelas comenzaron a caminar intentando encontrar una salida. Sin embargo, debido a la dudosa orientación que demostraron tener, lo único que consiguieron fue internarse más en la espesura, hasta llegar a lo que parecía ser un poblado de ricachones elfos. Allí descubrieron a una barbie en tamaño XL mesándose su hermosa, brillante y larga cabellera, lo que desató los más bajos instintos de Irene, y, cegada por la envidia, se abalanzó sobre el susodicho ser, gritando:
-Tíííííía, mira, ¡una elfa con pelucaaaaaaaaa! ¡¡¡Siempre pensé que lo de Galadriel era una pelucaaaaaa!!! ¡La quiero para mííííí!

Y dicho ésto, le hizo un placaje a la pobre y rubia pero no tonta elfa, que ni el mas digno jugador de rugby, y la dejó en el suelo mientras le tironeaba del pelo. Al final resultó no ser una peluca, porque la pobre dama daba unos gritos de dolor que se debieron de oír hasta en el más profundo agujero hobbit. Gritos de dolor que, por supuesto, estaban en élfico, y que inmediatemente atrajeron a los guardias del lugar. Irene, flipando ante tanta rubia y brillante melena, soltó a la elfa y se quedó parada sin saber qué hacer, ignorando que había como 20 elfos con el arco listo para llenarla de flechas hasta la rabadilla. Sara, más prudente, agarró y se metió tras un arbusto al oir que venían, y así pudo oir lo siguiente:
-*******************- algo inentendible en élfico dicho por los guardias.
-¿Melón?- Irene intentando decir "amigo" en tal idioma.
-¿Qué hace ésta hablando de frutas?-voz interior de la cabeza de Sara.
-¡¡¡*************!!!

El elfo que parecía ser el jefazo fue levantando el tono de voz a medida que Irene repetía de forma incesante la palabra "melón" en un intento por conservar sus vidas. Sara, que hasta entonces había permanecido callada tras un arbusto, se plantó entre el jefazo de pelo guás y su amiga y, en un arrebato de valentía, dijo con voz firme y calmada:
-¡Macedonia de frutas!
Los elfos quedaron deslumbrados ante el poder y resonancia de semejante palabra, y las mozuelas no dudaron en aprovechar el estado de shock de sus enemigos para huir (¡como las balas!).


PRÓXIMAMENTE MÁS...

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