Capítulo Sehben

Y así pasaron días, y semanas, y meses, y años, y lustros, y…(ay, no, que eso sólo ha pasado con la actualización del fic…Perdón…^^') Bueno, a lo que íbamos, el caso es que pasó el tiempo y a nuestro muy amado engendro le dio por pasearse por los jardines junto con su botella de ron…emm, esto, quería decir con su amigo Ron, porque según él el aire fresco (libre del olor a ambientador de fresa que reinaba dentro del castillo) era bueno para airear su melena Pantene. Entonces, anduvieron y anduvieron sin saber muy bien adónde iban, hasta que encontraron… (Morwen_Eowyn: ¡el Anillo Único! Y se lo pusieron, se hicieron invisibles y a partir de ahí se ganaron la vida como fantasmas en las casas de terror de las ferias…^^) (Ketry: emm, esto, ¿te ha afectado estar tanto tiempo sin escribir?) (Morwen_Eowyn: síííííí…sniff, sniff…) (Ketry: ea, ea, ya pasóóóó, tranquila… *dando palmaditas en la espalda*) Ejem, encontraron una casa toda de chocolate, con ventanitas de chocolate negro, tejado de chocolate con leche, chimenea de chocolate blanco, humo de chocolate…(se ve que en ese colegio fumaban todo tipo de sustancias…), y dijo Potter:
- ¡Walaaa, la casa de la vieja esa de Hansel y Gretel! Vamos a ver si está, que quiero conocerla. Ha sido mi heroína desde que me enteré de que se comía a los niños…- dicho esto, miró al pobre Ron con cara de no haber comido en varios días…bueno, en verdad no había comido en varios días, por temor a que los sospechosos manjares del comedor le dejaran inconsciente y expuesto a perder la poca inocencia que le quedaba…pero el caso es que miró a Ron con esa cara, sacó un tenedor y un cuchillo y empezó a perseguirle por todo el camino hasta llegar a la casa. Ron, desesperado, llamó a la puerta, la cual comenzó a abrirse lentamente con un chirrido de esos de las películas de miedo, y…
-¡¡Socorroooooo!! ¡¡Un osooooo!! ¡¡Me quiere comer porque tiene envidia de mi pelo Panteneeee!!- chilló incoherentemente Potter, y habría salido huyendo si no fuera porque Ron le puso la zancadilla en venganza de haber intentado comérselo. Mientras, el "oso" intentaba explicarse:
-Que no, niño raro, que no soy un oso, soy una persona robusta y con una abundante y sexy barba…y me llamo Jagrid, ou yeah…
-¡¡Un oso que hablaaaaaaa!!
-¡Que no, jodío criajo, que soy un madurito atrayente de gran envergadura! ¡Y la barba me da un toque rebelde!
-¡¡Socorro, un oso que habla y se cree que está más bueno que yoooo!!-gritó el engendro. Ron simplemente asistía a esta escena pensando en la clase de trabajos sucios que tendría que hacer para sus hermanos para poder pagarse un psicoanalista.
-Me cago en el maldito crío…-susurró entre dientes Jagrid, y dijo, esta vez para que los otros le oyeran-…vale, me has descubierto, soy un Oso Amoroso que viene de Amorosilandia para traer paz y amor y licor para olvidar los traumas…
-¡Un Oso Amoroso! ¡Abracémosle!- dijo muy entusiasmado Potter, e intentó abrazar a Jagrid, cuya reacción natural fue decir:
-¡Quita, bicho!
Pero Potter pasaba de él porque estaba feliz de haber encontrado el Oso Amoroso que siempre quiso. Y le empezó a contar su vida, porque, según la filosofía de Potter, los Osos Amorosos son los únicos a los que no les entran ganas de suicidarse por aburrimiento cuando oyen su historia. A Ron tampoco, pero eso era porque estaba acostumbrado, teniendo en cuenta la rara familia que tenía.

El caso es que tras medio siglo más o menos de contarle chorradas como que había avanzado mucho en clase de Transformaciones porque había conseguido transformar un palito en cenizas, mediante una cosa rara que le dijeron que era "fuego" (en realidad le había robado la única varita de madera del colegio a un alumno que iba pensando en sus cosas y la había tirado a una chimenea encendida. Pero nadie quiso explicarle la verdad por temor a que le entraran instintos homicidas…), se fueron él y Ron, que para aprovechar el tiempo y olvidar sus traumas se había puesto a comerse la casa de Jagrid y le había dejado sin mesa del comedor, hasta la barraca de Gryffinplof, que encontraron vacía porque el resto del mundo había sido arrastrado por los profesores a una partida de póker. La mayoría de los ingenuos alumnos acabaron con una deuda más grande que el castillo, por lo cual tuvieron que firmar un contrato con los profesores en el que se decía que serían sus mayordomos por un porrón de años, y así se salvaban de que vinieran unos mafiosos a quitarles los órganos. (Ketry: espera, espera, creo que estamos confundiendo esta historia con el manga de Hayate, mayordomo de combate…) (Morwen_Eowyn: da igual, a lo mejor así nos pagan por hacer publicidad…)

La cosa es que a la mañana siguiente estaban todos tan deprimidos que casi nadie se enteró de que tenían que ir a unas clases de algo que se llamaba Qidich, y que resulta que era un deporte mágico que se acababan de inventar los profesores para hacer sufrir a sus alumnos (porque todo el mundo sabe que cualquier profesor que se precie tiene por objetivo ver sufrir a sus alumnos. Menuda panda de sádicos…) El caso es que por alguna extraña razón todo el mundo decía que sabía jugar desde pequeño para no quedar mal, menos Potter, que iba a lo suyo. Por lo tanto, esa mañana se reunieron los pocos que se habían enterado del acontecimiento ante un montón de lo que parecían…retretes. Y salió de entre ellos una mujercilla de aspecto extraño que les dijo:
-Hala, sentaros en los retretes en el sentido contrario al normal y tirad de la cadena.

La gente, extrañada, obedeció por curiosidad. Se levantaron del suelo sólo tres retretes, el de Potter, el de un rubio platino que estaba por allí y el de un alumno torpe y poca cosa llamado Ovillo. El resto ni siquiera eran retretes voladores de verdad, así que como es normal se quedaron donde estaban. Al retrete de Ovillo le entró la nostalgia del cuarto de baño donde había nacido, y se fue a buscarlo (con Ovillo encima). Por lo tanto, la mujercilla, muy alarmada, dijo:
-Me voy a buscarlo, no sea que rompa el retrete. Vosotros no os atreváis a moveros, u os obligaré a ir con el tutú el resto de vuestra estancia en este colegio.
Una vez se fue, el pelo-platino dijo:
-A mí me da igual llevar tutú, mientras combine con mi hermosa melena. Y ahora voy a volar un rato, para observar cómo flota al viento…
Y Potter, quien no podía soportar que alguien le hiciera competencia a su pelo Pantene, también echó a volar. Una profesora lo vio y lo encasquetó en el nuevo equipo de Qidich de Gryffinplof, con la excusa de que volaba muy bien y de que su padre había sido jugador de Qidich también. A Potter todo le daba igual, con tal de que el nuevo retrete que le regalaran para volar combinara con su pelo y le diera envidia al pelo-platino, quien resultó que se llamaba Dragón. A esas alturas de su vida ya estaba inmunizado contra las bromitas con su nombre, pero no podía soportar otro competidor en lo que a cuestiones de pelo se refería, y por eso retó a Potter a un duelo de magos por la noche.

El engendro quería emociones nuevas, así que se fue junto con Ron, Herminia y Ovillo, a los que se encontró jugando al escondite por los pasillos, con el objetivo de usarlos como escudos humanos si Dragón conseguía echarle un hechizo. También tenía planeado usarlos como proyectiles, porque había aprendido muchas cosas en su estancia allí, pero hechizos, ni medio.
Llegaron al lugar acordado y allí se encontraron únicamente al conserje del colegio (un travesti con ninguna intención buena), por lo que, huyendo de él, acabaron metidos en un pasillo oscuro y misterioso, que se supone que estaba prohibido, pero los profesores estaban demasiado ocupados en otras cosas como para habérselo dicho. Y dentro había…
-¡¡Un canicheeeeeeeeeeeeee!! ¡¡Que mieeeeeeedooooooo!! ¡¡Mamiiii!!- gritaron todos a la vez. Qué mala suerte que tenían que haberse juntado en ese pasillo los únicos idiotas del mundo con miedo a los caniches. El pequeño e inocente perro los miró con cara de angelito, pero ellos decidieron que preferían encontrarse con el travesti a "morir a manos de aquel gigantesco monstruo infernal". Así que corrieron de vuelta a sus dormitorios, sin encontrarse al conserje, quien estaba muy ocupado persiguiendo a un rubio platino que se había encontrado por ahí desprevenido…


CONTINUARÁ…

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